Come as you are es el (original) título de la nueva película sobre el vocalista y compositor de Nirvana, Kurt Cobain, un retrato emocional sobre la salud mental, las adicciones, el amor y la tragedia. Esta breve película biográfica, dirigida por la cineasta Alyse Kane Riley, cuenta la historia Kurt Cobain y Courtney Love: un retrato desnudo y emocional de la salud mental y la adicción, el amor y la tragedia en esta breve película biográfica.
Esta es una mirada subyacente a la vida de dos personajes imperfectos, que fueron idolatrados por muchos: Kurt Cobain y Courtney Love. La cineasta, Alyse Kane Riley, escribió esta película para desestigmatizar los problemas de salud mental y la adicción al destacar también el amor y la esperanza que compartían. Una historia muy diferente a la retratada en los principales medios de comunicación. Se trata de contar una historia cruda, sobre personas reales, con experiencias humanas reales.
Para muchos, Kurt Cobain era un dios, una figura intocable, pero para alguien era un padre, un esposo, un amigo. No olvidemos que muchas personas con estos problemas de salud mental y adicción son los seres queridos de alguien.
El 24 de septiembre de 1991, hará próximamente 30 años, vio la luz Nervermind, el segundo álbum de Nirvana y uno de los mejores discos de rock de todos los tiempos.
Un trabajo que traspasó los límites de lo estrictamente musical para convertirse en un fenómeno social y cultural. Una verdadera revolución que, en sus canciones creadas sobre guitarras sangrantes como arañazos al alma y versos tejidos de negro nihilista, se convirtió piedra angular del grunge y banda sonora de una Generación X que encontró en Kurt Cobain en su icono y su mártir.
Sobre Nirvana, su historia y su legado, se han escrito infinidad de libros, ninguno, sin embargo, de la relevancia y resonancia de Come as You Are. Michael Azerrad, uno de los periodistas que mejor conoce la escena alternativa norteamericana, tuvo acceso directo a la banda, pudiendo entrevistar personalmente, detenidamente y en profundidad, a los tres miembros del grupo: Kurt Cobain (voz y guitarra), Dave Grohl (batería) y Krist Novoselic (bajo), consiguiendo dar forma a una de las biografías de rock más íntimas, descarnadas e intensas de todos los tiempos.
Come as You Are, un libro que deleitará a los seguidores de Nirvana en particular y a melómanos de todo tipo en general, llega a las librerías de la mano de la editorial barcelonesa Contra. Os avanzamos un esbozo de su primer capítulo (respetando el trabajo de traducción al castellano que ha realizado Elvira Asensi).
Cow Palace, San Francisco, 9 de abril de 1993. Once mil personas —chavales de estética grunge, deportistas, metaleros, público mainstream, punks, niños pequeños con sus padres, hippies— han venido desde lugares tan lejanos como Los Ángeles o Seattle para ver el primer bolo de Nirvana en Norteamérica en siete meses, un concierto benéfico para las víctimas de violación en Bosnia.
Aparte de una gira por clubs de siete semanas a finales de 1991, lo más cerca que la mayoría de fans norteamericanos ha estado de ver al grupo en directo fue en su actuación en Saturday Night Live hace más de un año. Desde entonces han ocurrido muchas cosas: rumores sobre consumo de drogas, rumores sobre la separación del grupo, pleitos y la venta de unos cinco millones más de ejemplares del disco Nevermind a nivel mundial. Y no han ocurrido muchas otras, como una gira de estadios por Estados Unidos o un nuevo disco.
Se trata de un concierto crucial. El grupo sale al escenario. Kurt Cobain, ataviado con una chaqueta de punto de color aguamarina, una camiseta de Captain America del revés y unos vaqueros hechos trizas, saluda nervioso al público. Se ha teñido el pelo de rubio para la ocasión. Un gran mechón le cubre los ojos y, de hecho, toda la mitad superior del rostro. Desde los primeros acordes de ‘Rape Me’, el grupo toca con una fuerza explosiva, lanzándole al público un bombardeo sónico desde el escenario: ‘Breed’, ‘Blue’, ‘Sliver’, ‘Milk It’, ‘Heart-Shaped Box’. Hacia el final, tocan el Hit, y a pesar de que Kurt la pifia en los primeros acordes, los moshers se vuelven locos en la pista.
Mientras se alzan las cerillas y los mecheros durante ‘Lithium’, todos los presentes en este local cavernoso recuerdan exactamente por qué les encanta Nirvana. A pesar de que a Krist Novoselic y a Kurt los separan por lo menos diez metros, se mueven e interactúan como si estuvieran mucho más cerca; no les cuesta nada comunicarse. A mitad del set, Kurt le dice a Krist: «¡Me lo estoy pasando genial! ¡Podría seguir tocando una hora más!». Dicho y hecho, embuten veinticuatro canciones en una hora y media, incluidos ocho temas de su próximo álbum.
El público aplaude entusiasmado el nuevo material, sobre todo la brutalidad con la que atacan «Scentless Apprentice» y la majestuosa «All Apologies», que acaba disolviéndose en una confusión de canto mantra y feedback. Eddie Vedder de Pearl Jam ve el concierto desde el lateral del escenario; no muy lejos está Dale Crover, de los Melvins. Frances Bean Cobain está en el piso de arriba en el camerino de su padre con su niñera; Courtney baja justo a tiempo para esquivar una botella de plástico de agua mineral que Kurt ha lanzado sin mirar y le saluda con sarcasmo.
Al acabar el set, Kurt, Krist y Dave Grohl desaparecen detrás de la tarima de la batería y se pasan un cigarro mientras deliberan sobre qué canciones tocar, y luego vuelven a salir para hacer un bis de media hora con siete canciones que alcanza su punto álgido con ‘Endless, Nameless’, el misterioso tema que cierra Nevermind. A medida que la banda acelera el riff principal de la canción, entra en trance. Kurt pasa por encima de su torre de amplis. No es que esté a mucha altura, pero aun así resulta fascinante, como un suicida en potencia que camina por la cornisa de un edificio. La música se acelera todavía más. Las guitarras despiden chillidos, Krist se ha soltado la correa del bajo y lo zarandea frente al ampli; Dave Grohl ataca la batería con un desenfreno calculado. Cuando la música alcanza su punto álgido, Kurt cae con fuerza sobre la batería y los timbales, y los pies de los platos se caen abriéndose hacia afuera, como una planta carnívora que se abre para devorar a su presa. Fin del concierto.
La gente se pregunta si Kurt estará bien. Esto no forma parte del espectáculo; de ser así, habrían puesto antes algún tipo de acolchado a modo de protección. Puede que se trate de un truco de frikis, como el típico niño en la escuela primaria que se hacía sangrar la nariz y se esparcía la sangre por la cara para que el matón de la clase lo dejara en paz, un ejemplo de «ya me hago daño yo antes de que me lo hagas tú» protagonizado por un tío que ha empezado el set con una canción titulada ‘Rape Me’ . Puede que sea un homenaje a dos de los saltimbanquis preferidos de Kurt: Iggy Pop y Evel Knievel. ¿O será que la música le produce tal subidón que se vuelve insensible a cualquier daño físico, como un swami exaltado que camina sobre carbón incandescente?.
A juzgar por el público, radiante y entusiasmado, esta última explicación parece ser la más adecuada. Al acabar, todo el séquito de la banda celebra el concierto triunfal en el patio del motel Phoenix, el sitio de moda, a excepción de Kurt y Courtney, que se han retirado a un hotel de lujo al otro lado de la ciudad. El Phoenix les trae malos recuerdos, comenta Courtney. Además, las toallas de baño son demasiado pequeñas. Aun en su ausencia, el lugar se convierte en una especie de Nirvanalandia. Está Dave con su madre y su hermana, Krist y Shelli, y también el sonriente Ernie Bailey, el técnico de guitarras, y su mujer Brenda, el tour manager Alex Macleod, la diseñadora de luces Suzanne Sasic, la gente de Gold Mountain Management, Mark Kates de Geffen, e incluso algunos miembros del grupo Love Battery de Seattle, que casualmente están en la ciudad.
Kurt Cobain, noviembre de 1993
Krist se acerca al supermercado y vuelve cargado de cervezas y la fiesta prosigue hasta altas horas de la madrugada. Al día siguiente, Krist hace una peregrinación a todo un punto de referencia de la generación beat: la legendaria librería City Lights. Sale a la calle para ir a un cajero, donde un indigente anuncia: «¡Oigan, buenas noticias! ¡Nos complace comunicarles que por ser Pascua aceptamos billetes de veinte dólares!». Krist le da uno.
El concierto del Cow Palace fue toda una victoria. Parecía confirmar que, después de todo, el hecho de que a un grupo de punk rock le hubiera tocado el gordo del mainstream no había sido mera chiripa. Aquella victoria tuvo repercusiones para el grupo, para todos los grupos similares, y puede que incluso para el mundo de la cultura en general. Como dijo Kim Gordon de Sonic Youth recientemente: «Cuando un grupo como Nirvana sale del underground, realmente expresa algo que está sucediendo a nivel cultural y no es un producto». Lo que estaba sucediendo a nivel cultural no solo quedaba reflejado en el sonido de la música, sino, de manera igualmente importante, en cómo alcanzó la popularidad.
El fenómeno del punk rock empezó prácticamente cuando Johnny Ramone le dio con la púa a la cuerda de su guitarra, inspirando así una década y media de trabajo duro por parte de innumerables grupos, sellos discográficos independientes, emisoras de radio, revistas y fanzines y pequeñas tiendas de discos que se esforzaron por crear algún tipo de alternativa al rock corporativo insulso y condescendiente que le estaban endilgando al público las cínicas multinacionales, los estadios impersonales, las tiendas de discos gigantescas, las emisoras de radio dirigidas al populacho y las revistas de rock nacionales obsesionadas con las estrellas.
Motivada por la revolución del punk rock, la escena musical underground creó una red mundial, una industria musical en la sombra. Creció sin parar hasta que ni siquiera todos los esfuerzos de la industria musical controlada por los baby boomers pudieron detenerla. R.E.M. fue la primera explosión, Jane’s Addiction llegó después, y luego llegó el Big Bang: Nevermind lleva vendidos hasta la fecha más de ocho millones de ejemplares a nivel mundial. Desafió los mayores esfuerzos de gente como Michael Jackson, U2 o Guns N’ Roses, y alcanzó el número 1 en la lista de discos de Billboard. Después de esto, todo fue pre- o post- Nirvana.
La radio y la prensa empezaron a tomarse en serio el rollo «alternativo». De la noche a la mañana, las discográficas se replantearon su estrategia. En vez de promocionar de manera muy intensa un pop ligero que vendería bien al principio pero del que nunca más se volvería a saber nada, decidieron empezar a fichar artistas que tuvieran un potencial a largo plazo. Y los promocionaban desde la base, desde un nivel más centrado en la comunidad, en vez de soltarles dinero a espuertas hasta que empezaran a vender.
Se trataba de imitar la manera en que Nirvana consiguió darse a conocer: un pequeño grupo nuclear de medios locales y fans de la música cuyo valioso boca a boca fue aumentando el número de seguidores del grupo, poco a poco al principio y más tarde a pasos agigantados. El despliegue mediático era mínimo, con la buena música bastaba. El afán investigador necesario para abrirse paso a través del laberinto de la música independiente era, en efecto, un reproche al consumismo de masas. Suponía un avance molesto para las grandes discográficas, que habían pasado a depender del dinero invertido en la promoción de los artistas para conseguir camelarse al público.
La música independiente requería una manera de pensar independiente, empezando por los artistas que hacían la música, pasando por los empresarios que la vendían y acabando por la gente que la compraba. Es mucho más difícil encontrar el nuevo single de Calamity Jane que hacerse con un ejemplar del último cd de C+C Music Factory. En 1990 no hubo ningún álbum de rock que llegara al número 1, lo que llevó a algunos expertos del sector a profetizar el fin del rock. Los programadores radiofónicos habían ido fragmentando de manera sistemática el público de la música en busca del perfil demográfico perfecto, y parecía poco probable que los aficionados al rock pudieran unirse en torno a un disco en número suficiente como para colocarlo en lo más alto de las listas.
Así que mientras el rock degeneraba en una falsa rebelión tremendamente procesada de melenas al viento, géneros musicales como el country y el rap representaban de una forma más directa el estado de ánimo y las preocupaciones de las masas. Si bien hubo varios discos de rock que alcanzaron el número uno en 1991, Nevermind consiguió unir a un público que nunca se había unido hasta entonces: el de los veinteañeros.
Spencer Elden, el bebé de la portada de Nevermind, 20 años despues
Nirvana era una banda de Aberdeen, Washington, formada por Kurt Cobain y Krist Novoselic, que había firmado con el sello independiente de Seattle Sub Pop. La banda lanzó su álbum debut Bleach en 1989, con el batería Chad Channing. Sin embargo, Channing dejó Nirvana en 1990 y la banda comenzó a buscar un nuevo miembro que se hiciese cargo del puesto de manera permanente. Tras ver un concierto de la banda de hardcore punk Scream, el batería del grupo, Dave Grohl, impresionó a Cobain y Novoselic. Cuando Scream se separó inesperadamente, Grohl contactó con Novoselic, viajó a Seattle y fue invitado a entrar en Nirvana. Novoselic dijo en retrospectiva que cuando Grohl entró en la banda todo «quedó en su sitio».
Mientras tanto, Cobain se encontraba escribiendo nuevas canciones. En ese momento, Cobain escuchaba bandas como R.E.M., The Smithereens y Pixies. Se sintió desilusionado por el pesado sonido de las bandas que habían aparecido en la escena grunge de Seattle y que habían conformado la línea a seguir por Sub Pop. Cobain, pues, se inspiró en sus hábitos de escucha contemporánea para comenzar a escribir canciones más melódicas. Un acontecimiento importante fue el lanzamiento del sencillo «Sliver», publicado por Sub Pop en 1990 (antes de que Grohl se uniera a la banda), del que Cobain dijo que «era como una declaración en cierto modo. Tuve que escribir una canción pop y lo lanzaron como un sencillo para preparar a la gente para el siguiente disco. Yoquería escribir más canciones como esa».Grohl dijo que la banda, en ese momento, a menudo hacía la analogía de comparar su música con la música de niños, tratando de hacer las canciones lo más simples que fuera posible.
A comienzos de la década de 1990, Sub Pop comenzó a experimentar dificultades financieras. No tardaron en aparecer rumores sobre una posible venta de Sub Pop como filial a un gran sello y la banda decidió «eliminar el intermediario» y empezar a buscar un nuevo sello. Varias discográficas se reunieron con la banda, pero Nirvana firmó finalmente con la filial de Geffen Records, DGC Records. Para ello fueron aconsejados por su representante, quien también representaba a Sonic Youth y Kim Gordon, ídolos de los jóvenes componentes de Nirvana y, a su vez, recientes adquisiciones también de Geffen.
Nevermind se lanzó el 24 de septiembre de 1991. Las tiendas estadounidenses de discos recibieron un total de 46.251 copias iniciales, mientras que 35.000 unidades fueron enviadas al Reino Unido, donde Bleach había tenido un importante éxito. El sencillo principal «Smells Like Teen Spirit» fue lanzado el 10 de septiembre con la intención de construir una sólida base entre los seguidores del rock alternativo, mientras que «Come As You Are» sería la canción que lograría ganar mayor atención en el público. La banda se embarcó en una pequeña gira por el país cuatro días antes del lanzamiento para promocionar el álbum. GeffenRecords esperaba que Nevermind vendiese cerca de 250.000 copias, que fue la misma cifra que el sello consiguió con el debut de Sonic Youth en Geffen, Goo. Los cálculos más optimistas eran, que si se trabajaba duro, Nevermind podría llegar a conseguir el disco de oro en septiembre de 1992.
El álbum debutó en el Billboard 200 en el puesto 144, lo que bastó para llegar a lo más alto de la lista Heatseekers, por lo que había logrado suficiente. Geffen envió, aproximadamente, la mitad de las existencias iniciales al noroeste del país, donde el álbum se vendió rápidamente y las tiendas se quedaron sin álbumes durante días. Geffen decidió enviar más copias a aquella región para sofocar la demanda, poniendo en espera la producción de otros álbumes. Nevermind ya había logrado unas ventas considerables, pero meses después, la banda y Nevermind se hicieron cada vez más populares gracias al inesperado éxito de «Smells Like Teen Spirit». El videoclip del sencillo fue estrenado a nivel mundial por MTV en el programa nocturno alternativo 120 Minutes, pero pronto logró más fama cuando la cadena norteamericana decidió emitirlo también durante el día. El álbum recibió el disco de oro, pero la banda estaba, relativamente, desinteresada en el éxito que estaban cosechando. Novoselic recuerda: «Sí, era feliz por ello. Era bueno. Pero me importa una mierda éxitos como ese. Era bueno, supongo».
Cuando la banda se marchó de gira por Europa a comienzos de noviembre de 1991, Nevermind había entrado en el Top 40 del Billboard por primera vez, en el puesto 35. En ese momento, «Smells Like Teen Spirit» se convirtió en un auténtico éxito y el álbum había superado cualquier tipo de expectativa que hubiesen podido predecir las estrategias comerciales de Geffen. El presidente de la compañía discográfica, Ed Rosenblatt, aseguró a The New York Times: «No hicimos nada. Fue uno de esos discos en plan ‘fuera de aquí y al agua’, simplemente». Nirvana se encontró en Europa, a finales de 1991, con conciertos que superaban los límites de aforo peligrosamente, equipos de televisión que hacían presencia constante y «Smells Like Teen Spirit» era casi omnipresente en radio y televisión.
Nevermind se convirtió en el primer número uno de Nirvana el 11 de enero de 1992, reemplazando a Michael Jackson de lo más alto de la tabla. En aquel momento, Nevermind había conseguido vender 300.000 copias a la semana. «Come As You Are» fue finalmente lanzado como segundo sencillo en marzo de 1992 y logró el puesto 32 del Billboard Hot 100. Se extrajeron dos sencillos más del álbum: «Lithium» e «In Bloom».
Tras el lanzamiento del álbum, varios periódicos y revistas dieron buenas críticas a Nevermind. Karen Schoemer de The New York Times, escribió: «Con Nevermind, Nirvana ha triunfado indudablemente. Hay bastantes texturas sugerentes, cambios de humor, fragmentos instrumentales y juegos de palabras originales que proporcionan horas de entretenimiento». Schoemer concluyó asegurando que «Nevermind es más sofisticado y más cuidadosamente producido que lo que venían ofreciendo bandas similares como Dinosaur Jr. y Mudhoney». Entertainment Weekly calificó Nevermind como A- y el crítico David Browne argumentó que en Nevermind, Nirvana «no alberga la idea» de querer sonar «normal», comparándola con otras bandas alternativas contemporáneas.Concluyendo su entusiasmada reseña para la británica Melody Maker, Evertt True recordó que «cuando Nirvana lanzó Bleach hace unos años, el más listo de entre nosotros se imaginaba que tendrían el potencial de hacer un álbum que derribase a cualquier otro. Dios mío, vaya si nos han dado la razón».
Rolling Stone, sin embargo, otorgó a Nevermind tres estrellas de cinco, y el crítico Ira Robbins explicó: «Si Nirvana no se dirige a algo completamente nuevo, Nevermind sí posee las canciones, el carácter y el espíritu de confianza para ser mucho más que una reformulación de las radios universitarias de alto octanaje». The Boston Globe fue menos optimista con el álbum y el crítico Steve Morse señaló que «la mayoría de Nevermind está lleno de punk-pop genérico hecho con elementos que van desde Iggy Pop a Red Hot Chili Peppers». Añadió, también, que la banda tiene muy poco o nada que decir, salvo las divagaciones estúpidas del cantante y letrista Cobain.
Cobain, el principal compositor de Nirvana, combinó secuencias de acordes basados principalmente en quintas y compuso canciones que mezclaban toques pop con guitarras disonantes. Su objetivo con Nevermind era sonar como «los Bay City Rollers siendo abusados por Black Flag». Muchas de las canciones de Nevermind se caracterizan por cambios en la dinámica, donde la banda pasa de silenciosas estrofas a estruendosos estribillos. Dave Grohl dijo que este enfoque se originó durante un período de cuatro meses antes de la grabación del álbum, en el que la banda experimentó con dinámicas extremas durante sus habituales jam sessions.
Guitar World publicó que «el sonido de la guitarra de Kurt Cobain en Nevermind establece el tono para el rock de los noventa». En Nevermind, Cobain dispuso de una Fender Mustang de los años 1960, una Fender Jaguar con pastillas DiMarzio y varias Fender Stratocasters con pastillas humbucker. El guitarrista empleó pedales de distorsión y de chorus como sus principales efectos, este último empleado para generar un sonido «acuoso» en «Come as You Are» y los pre-coros de «Smells Like Teen Spirit».Krist Novoselic afinó su bajo en Re bemol, tono y medio más grave.
Grohl desveló que Cobain le dijo que «la música va primero y las letras después», por lo que Grohl cree que, por encima de todo, Cobain se centró en las melodías de las canciones. Cobain estaba todavía trabajando en las letras del álbum en el momento de comenzar la grabación. Además, las expresiones de Cobain en el álbum son difíciles de comprender. Vig afirmó al respecto que la claridad del canto de Cobain no es suprema, pero que «incluso aunque no sepas lo que está cantando, sabes que es intenso como el infierno». Cobain se quejaría más tarde de los intentos de los periodistas de rock de intentar descifrar lo que canta y extraer el significado de sus letras: «¿Por qué diablos los periodistas insisten en venir con una mediocre evaluación freudiana de mis letras cuando en el 90% de las ocasiones no las han transcrito correctamente?
El título que barajó la banda para el álbum, Sheep (oveja), resultó de una broma creada por Cobain hacia la gente que, según él, comprarían el disco. El líder de Nirvana escribió un falso anuncio para Sheep en su diario que decía: «Porque no quieres; porque todos los demás lo son». Novoselic dijo que la inspiración para el título hay que buscarla en el cinismo de la banda sobre la reacción del público ante la Operación Tormenta del Desierto. Cuando las sesiones de grabación se completaron, a Cobain comenzó disgustarle el título y sugirió a Novoselic que el álbum debería llamarse Nevermind. A Cobain le gustaba este nuevo título porque era un reflejo de su actitud en la vida y porque era gramaticalmente incorrecto.
La portada del álbum muestra a un bebé buceando hacia un billete de un dólar que prende de un anzuelo. Según Cobain, tuvo la idea cuando se encontraba viendo un programa de televisión sobre nacimientos bajo el agua con Grohl. Cobain se lo mencionó al director artístico de Geffen, Robert Fisher. Este encontró varias imágenes impactantes sobre estos nacimientos bajo el agua, pero eran demasiado gráficos para la compañía discográfica. Además, la casa de valores que controlaba la foto de un bebé nadando pidió 7.500 dólares al año por su uso, así que en lugar de adquirirla, Fisher envió un fotógrafo a una piscina para bebés para tomar fotos. Se consideraron cinco fotos y la banda se quedó con una instantánea de un bebé de tres meses de edad llamado SpencerElden, el hijo del amigo del fotógrafo, Rick Elden. Sin embargo, aún existían algunos inconvenientes para la discográfica, ya que el pene del bebé sea veía perfectamente en la imagen. Geffen preparó una portada alternativa sin el pene, porque temían que pudiese herir al público, aunque cedieron cuando Cobain dejó claro que el único compromiso que aceptaría sería una pegatina que cubriese el pene y en la que pudiese leerse: «Si esto te ofende es que eres un pedófilo encubierto».
La contraportada del álbum contiene la fotografía de un mono de juguete frente a un collage creado por Cobain. El collage incluye fotos de carne cruda procedente de un anuncio de un supermercado, imágenes del Inferno de Dante y de vaginas enfermas pertenecientes a una colección de Cobain de fotos médicas. Cobain analizó que «si te fijas bien, hay una foto de Kiss en uno de los trozos de carne». El libreto del álbum no contiene las letras de las canciones; en lugar de ello, sí hay letras de canciones aleatorias y fragmentos de letras que Cobain arregló formando un poema
Nevermind no sólo popularizó la escena grunge de Seattle, sino que llevó al rock alternativo al público masivo, demostrando su viabilidad cultural y comercial. El éxito de Nevermind sorprendió a las bandas contemporáneas a Nirvana, que se sintieron empequeñecidas por el impacto que había logrado la banda de Cobain. Guy Picciotto, de Fugazi, reconoció que «era como si nuestro disco hubiera sido el meado de un vagabundo en el bosque por el impacto que tuvo. […] Me sentía como si hubiéramos estado tocando ukeleles por la disparidad del impacto que provocaron».
Michael Azerrad explicó en su biografía de Nirvana, Come as You Are: The Story of Nirvana, en 1993, que Nevermind marcó la aparición de una generación de seguidores de música veinteañeros en un clima dominado por la generación del baby boomer que les precedía. Azerrad escribió: «Nevermind vino en el momento exacto. Era música por, para y sobre un nuevo grupo de jóvenes que habían sido pasados por alto, ignorados o con los que se había sido condescendientes». Rolling Stone publicó en su entrada para Nevermind en su lista de 2003 de los 500 mejores álbumes de la historia: «Ningún álbum en la historia reciente ha tenido un impacto tan abrumador en una generación -una nación de jóvenes convertidos en punks- y con semejantes efectos catastróficos en su principal creador».